El laberinto perfecto

Muros, muros y más muros. Lo veo todos los días. vaya donde vaya. En cualquier lugar, todos levantando esos muros, esas protecciones para defenderse de todo lo que les viene encima. Y mientras los crean, me fijo en ellos, y en todos se repite lo mismo: están llorando, pero no lo hacen con cara de dolor. Su mirada vas más allá, es algo abstracto, es como si tuvieran delante a la persona que les destrozó por completo, como si verles ahí de pie les pudiera devolverles la parte que se llevaron de ellos mientras los siguen creando. Si, esos putos muros.

Pero para ti no es nada nuevo,porque comprendes cada segundo que pasas mirándolos. Ya te toco aquí. Recuerdas como empezaste, cuando te destrozaron a ti, cuando jugaron contigo, cuando acabaron contigo. Ahí fue cuando empezaste a crearlos. Si, esos putos muros. Los erigiste tan altos que y tan gruesos que la única forma de atravesarlos era recorrerlos. Si, como un laberinto.Captura-de-pantalla-2015-03-04-a-las-20.14.31

Y desde entonces cada una de las personas que aparecía en tu vida se situaba en la entrada, lista para recorrerlo. Y como premio, estabas tú, justo en el centro, esperando a la persona que logrará resolverlo. Estabas preparado para encontrarte con la persona que resolviese todo tu mundo, toda tu alma, todo tu corazón. Siempre mirabas hacia el final del callejón,  con la esperanza de que alguien doblará la esquina.

Pero pasó el tiempo, y nadie dobló la esquina, nadie consiguió resolverlo. O mejor dicho, nadie consiguió resolverte a ti, pues tu construiste estos muros, por tanto son parte de ti. Todas las personas que lo intentaron se perdieron en él, desesperadas por llegar al centro. A tu centro. Pero a cada paso que daban, se creaban más muros, más callejones sin salida se erigían a sus pasos. Y desistieron. Y abandonaron. Y se marcharon.

Y llegó un día en el que tomaste una determinación. Tomaste la decisión de que ya no querías ser el premio, de que querías intentar salir, de intentar ser feliz con alguien. Y abandonaste el centro, te aventuraste a recorrer tu propio laberinto. Pero no llegas encontrar la salida, no eres capaz de resolverlo. Te pierdes, a cada paso que das encuentras un callejón sin salida.

Te desesperas, no paras de correr. Y entonces te paras, y lo comprendes todo. Te has esmerado tanto en crear estos muros para defenderte de la gente, de la vida, del mundo, que  ya no sabes ni encontrar tu propia salida. Te has esmerado tanto en no sentir ni siquiera un mínimo afecto por los demás que no eres capaz ni de comprender tu propio mundo.Te has esmerado tanto en poner tanto requisitos a tu felicidad que nadie fue capaz de resolverlos. Y es en ese momento que te das cuenta que no eres capaz ni de resolverte a ti mismo. Ese momento en el que fuiste el creador de tu propia destrucción.

Y los vuelves a mirar. Allí siguen, llorando, mientras siguen levantado sus muros, listos para defenderse de todo.

Listos para construir el laberinto perfecto.

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